jueves, 29 de julio de 2010

Pan de plátano, ñam ñam

El pan de plátano es una de las recetas que más han gustado dentro de mi repertorio. A todo el mundo le gusta porque tiene un sabor especial y es algo que no se parece en nada a la repostería típica española. Esta receta es americana, en concreto pertenece a Bonnie. Y os aconsejo hacerla porque está riquísimo y es muy fácil. Además viene super bien cuando tenemos unos plátanos pochos con los que no sabemos qué hacer.

Ingredientes
3 plátanos (preferiblemente pochos, blanditos)
2 huevos bien batidos
2 tazas (unos 280 gramos) de harina
3/4 de taza (unos 145 gramos) de azúcar ( yo siempre recorto un poco en azúcar porque no me gustan las cosas muy dulces)
1 cucharadita de sal
1 cucharadita de levadura
1/2 taza (unos 110 gramos) de nueces picadas
Opcional: pasas

Procedimiento
Precalentar el horno a 180º. Engrasar un molde de pan, son rectangulares. Yo en vez de mantequilla engraso con un poquitín de aceite de oliva y harina esparcida por todo el molde para que no se pegue.

En un recipiente machacamos los plátanos con la ayuda de un tenedor, añadimos los huevos batidos y mezclamos. Luego añadimos la harina, el azúcar, la sal y la levadura y volvemos a mezclar. Por último añadimos las nueces picadas. Y si queremos darle un toque, le añadimos también media taza de pasas.

Ponemos la mezcla en el molde y lo cocemos 1 hora en el horno o hasta que al pincharlo con un cuchillo, éste salga limpio. Después lo dejamos por lo menos 30 minutos a temperatura ambiente y listo para comer.

Yo lo parto en rebanadas, lo meto en la tostadora y le pongo un poco de mantequilla. ¡Está riquísimo!

martes, 27 de julio de 2010

¿Qué es "casa"?

“En ningún lugar se está como en casa”. Pero cuál es en realidad tu casa cuando te has mudado más de seis veces, has vivido en tres países completamente distintos y has conocido a cientos de personas. Cuando pienso en todo lo que he vivido y sobretodo, en todo lo que me queda aún por vivir, siento que Dorothy no tenía ni idea del mundo. No conocía más que Arkansas y sus pobres sueños.

Yo siempre he soñado “alto”. Siempre he querido comerme el mundo de una sentada, engullirlo. Y por eso he ido con un pie por delante, tanteando el terreno, planeando mi estrategia.

Y Arkansas se me queda siempre pequeño. Desde hace años no sé realmente cuál se supone que es mi casa. Ya no es una construcción sólida con paredes, pilares de carga, gotelé y baño compartido. Cuando te has movido tanto por el mundo, el concepto “casa” pierde su significado primitivo.

Pienso en toda la gente que he conocido, en todo lo que he aprendido, todos los recuerdos que tengo (en verdad porque los tengo apuntados en miles de libretas, porque con la memoria que tengo...) y para mí eso es casa. El estar aquí en Salem, después de no haber vivido en este lugar desde hace más de siete años, y que haya todavía gente que me recuerde y me tenga presente en sus vidas, aunque nos separe un océano, y que muchas de estas personas están en mis pensamientos cuando estoy en Madrid.

Eso es casa. El saber que ni el tiempo ni la distancia cambiará la relación que tienes con una persona. Que cuando os volváis a ver os sintáis como si os hubierais visto por la mañana. Y entonces pienso que Dorothy sí tenía razón y que es verdad que en ningún lugar se está como en casa.

ESTO NO ES UN CUBATA

Vamos a dejar las cosas claras.


Un vaso en el que la mitad del recipiente está cubierto con hielo picado y la otra mitad con soda y en el que solamente hay un dedito de alcohol: NO ES UN CUBATA.


Y punto.


Cómo echo de menos los gintonics en "vaso de yegua" que me ponía mi tío...

¡Que tenga un buen día!

Los americanos en general son buena gente. No sé porqué, pero aunque no te conozcan de nada son siempre amables contigo y siempre te dicen que tengas un buen día cuando te cruzas con uno.

Todo esto me ha hecho pensar mucho en los modales de toda la vida, en aquellas frases simples con las que sin mucho esfuerzo podemos alegrarles el día a alguien.


“¡Que tenga un buen día!” cinco palabras que han estado revoloteando en mi cabeza hoy todo el día desde que salí de la tienda de fotos. “¡Que tenga un buen día!” cinco palabras y una amplia sonrisa que me hizo pensar, que algo así no va a pasar jamás en un ciudad como Madrid.


Así que he vuelto a casa y le he preguntado a mi familia americana si los modales “para con extraños” son algo típico estadounidense o si solamente ocurría en las ciudades pequeñas, y me han respondido con gran interrogante flotando sobre su rostro y un pensamiento seguro en sus mentes: “los españoles no lo hacen”. Y no, no lo hacemos. De hecho nosotros no conocemos por lo general a nuestros vecinos, no nos molestamos ni siquiera en saludar a los del bloque cuando te los cruzas por el descansillo, no cedemos el sitio en el autobús a los “viejales”, ni siquiera deseamos un puñetero “que tenga un buen día” a nadie.


Supongo que los americanos tienen miles de defectos, pero ese sentimiento de comunidad y unión me gusta bastante.